24 febrero 2006

Recuerdos de Otō-san

Le pedi a Otō-san que me escribiese un poco sobre cuando estuvo en Japón y las impresiones que le vinieran a la cabeza. No le queda mucho tiempo libre, pero ha hecho un esfuerzo de agradecer.
Otō-san estuvo en Japón de viaje con la empresa allá por 1989. Yo era un criajo de solo 9 años y japon me pillaba lejisimos, tanto geograficamente (ahora me he acercado 778 kms) como culturalmente. Apenas sabia nada del Pais del Sol Naciente, salvo por peliculas propagandisticas yankees... Con el tiempo, Hollywood cae por su propio peso. Por aquella epoca no era consciente al 100% de lo que suponia el que Otō-san viajase a Japón... mejor para él, porque la lista de compras que le hubiese dado seria kilometrica. Pero una vez regresó a Salamanca y despues de ver sus fotos, y escuchar todo lo que me explicaba, el gusanillo fue despertando. No creo que sea el culpable de mi aficion al pais nipon, pero sin duda su contribucion es fuerte. Ahora, mas cerca culturalemente de aquel pais lejano al que Otō-san viajó con la empresa, solo me queda envidiarle. Sanamente.
Otō-san


Hace ya muchos años, pero aunque sea muy telegráficamente, me acuerdo de:

La cultura, se palpa en el ambiente.

La cantidad de personas que hay en la calle o para cruzar un semáforo.

La puntualidad, esta mal visto tanto llegar tarde, como llegar pronto, hay que ser exacto. La fidelidad a la empresa y el amor por en trabajo. Los grupos de trabajo o desarrollo en la que los empleados proponen ideas para la mejora de la productividad.
Los templos sintoistas.


El Fuji...desde el tren bala.
El sake bebido en caña.

Kioto...te vuelves samurai.
Las murallas del Palacio Imperial.
Los colores, era otoño y veías todos los colores en el paisaje.
La carne, escasa y muy cara.
Las autopistas y trenes que van como los puentes, no tocan el suelo.

Los jóvenes, que cuando estuve tenían pasión por lo occidental y nos pedían autógrafos como a las estrellas de cine.
La zona comercial de Ginza, como el Portal del Ángel pero con 1000 veces más personas.
Chiba y su parque Disney, siempre somos niños.
Los rascacielos, no tienen que envidiar nada a New York.


Creo que tendría que volver a mirar fotos de entonces, para acordarme de más cosas.

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