22 marzo 2006

El efecto retorno de la historia: el espiritu Geesink-Kaminaga

Oto-san siempre dice que "hasta que el arbitro no toca el silbato el partido no se ha acabado". Esta sentencia, que normalmente el aplica al futbol, es extensible a todos los aspectos de la vida... y a todos los deportes.

El pasado lunes Japon se proclamó campeon del Primer Clasico Mundial de Beisbol en la final contra Cuba. Esta noticia de la que apenas se ha hecho eco algun medio es algo fuera de lo normal: entre mundiales, olimpiadas y demas Japon y Cuba se habian enfrentado 37 veces... de las que 33 acabaron con victoria cubana. Las estadisticas no estaban con los nipones, eso estaba claro... pero las estadisticas no son mas que numeros arriba y numeros abajo, y hasta que el arbitro no toca el silbato...


Igualmente, mi intencion en este post no es exclusivamente deportiva, sino mas bien historica.

En un principio, la asistencia de Cuba al Clasico Mundial no estaba asegurada. El peso del veto estadounidense frenaba las ansias de Cuba en demostrar al resto del mundo lo que saben hacer en el beisbol, deporte nacional en la isla. La presencia de Cuba era necesaria hasta el punto que l gobierno de Castro llegó a ofrecer las ganancias que obtuviesen en el Clasico a las victimas del huracan Katrina. Al final, la presion del resto de paises participantes consiguió que USA aceptase la participacion de Cuba... y por eso era tan importante ganar. El hecho de participar ya era un grado, pero poder demostrar el nivel del beisbol cubano, patente en 25 campeonatos internacionales y 3 juegos olimpicos, ganando el Clasico era el premio gordo.

Pero ahi estaba japon y Matsuzaka, y un 10-6 deshizo los sueños de Cuba. Frederich Cepeda, field del equipo cubano dijo: "No estamos contentos, pero si satisfechos con nuestra actuación en el Clásico Mundial. Lo principal fue que tratamos de mostrar el corazón que tenemos en el terreno."

Y la historia se repitió.

Hacemos un flashback hasta 1964, y nos situamos en las Olimpiadas de Tokyo.

Japón salia de la miseria y la pobreza de la postguerra... era como una segunda apertura de Japon al mundo. Con la herida todavia de la bomba de Hiroshima, Japon demostraria que habia conseguido sobrevivir a la mayor atrocidad que el ser humano habia llevado acabo durante una guerra... y de paso que aquellos "demonios" de la II Guerra Mundial eran sin lugar a dudas un pais civilizado, cuidadoso y educado. La organizacion japonesa sobresalió por su cuidado y la educacion, incluso hacia los norteamericanos fue de lo mas exquisita. Solo faltaba demostrar una cosa mas... el poder de las tradiciones.

El Comité Olimpico Japones utilizó su privilegio para escoger el judo como nuevo deporte olimpico. El judo era perfecto para demostrar la marcialidad y la tradicion: de como un hombre pequeño puede vencer al mas inmenso de los oponentes gracias a la disciplina, la paciencia y la agilidad mental. Sobran los musculos. Para enfatizar mas esto, se añadió una categoria libre en la que un morlaco de 100kg pudiera enfrentarse a un habil nipon de 70 kg.

¿Vamos pillando las similitudes con el Clasico de Beisbol o solo estoy divagando?

Bueno... sea como fuere, la final en la categoria libre se disputó entre Kaminaga Akio y Anton Geesink, un holandes de 1'90 de altura y 121 kilos de peso. Digo yo, y mantengo firmemente, que es cierto que un japones pueda tumbar a una bestia como Geesink usando los preceptos del judo. Me lo creo. Pero si ese armario empotrado conoce tambien el judo... vaya... dudo que lo tumbe. A pesar de esto, Japon se paralizó para ver el combate entre Kaminaga y Geesink. No hubo sesiones parlamentarias, la gente se amontonaba en los televisores de los escaparates, en ninguna fabrica faltó ese dia un televisor para ver el combate... era el ultimo dia de las olimpiadas y Kaminaga se alzaria con la medalla de oro demostrando la superioridad del espiritu japones.

Pero hasta que el arbitro no toca el silbato...

Kaminaga y Geesink estuvieron bastante igualados durante buena parte del combate, pero 121 kilos son muchos. Geesink se abalanzó sobre Kaminaga y lo inmobilizo sobre el tatami. El momento que transcurre entre que Kaminaga queda inmobilizado y que el arbitro anuncia el final del combate debieron de ser una eternidad tanto para Kaminaga como para todo el pais.

Japon tenia mucho que demostrar en aquel combate, tanto como Cuba en el Clasico de beisbol, pero algo truncó ambas historias... quizas. A veces las cosas no ocurren como queremos, pero siempre ocurren. El exito de Cuba fue llegar a la final y el apoyo de la gran mayoria de participantes, frente al veto de USA... incluso el presidente de la federacion internacional, amenazó con retirar su aval al torneo si no se contaba con el beisbol cubano.

El exito del espiritu nipon en el combate Kaminaga-Geesink vino tras el combate. Kaminaga estaba inmovilizado contra el tatami cuando el arbitro señaló el fin del tiempo y la consecuente victoria de Geesink. El silencio que se hizo en el estadio debio de ser bastante helador... la humillacion era demasiada. Sin embargo ocurrió el milagro. Los entrenadores holandeses trataron de entrar al tatami para celebrar la victoria y felicitar a Geesink cuando, él mismo, levantó el brazo para detenerlos. El equipo holandes se quedó inmovil mientras Geesink se reincorporaba y saludaba a Kaminaga de la forma mas respetuosa posible y mas nipona si cabe... como manda la tradicion. Era un combate de judo, no una noche en Las Vegas. El publicó nipon aplaudió el gesto de tradicion y respeto de Geesink. Habia demostrado, sin quererlo, la superioridad del espiritu japones.

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